6. De diálogos y monólogos
Supongo, porque de eso vivo, que tengo enfrente a 6 personas. Ni una más ni una menos. 4 hombres y 2 mujeres. Los miro de frente sin pudores, sin calzones.
Los miro y les pregunto una y otra vez: ¿Por qué no lo dice?
Me viajo justo ahí, como en un buen sueño, a un bar mugriento, tener frío, mirar con todos los ojos: “Que te digan Feliz cumpleaños no significa nada, que te digan Me gustó...tampoco”. Me río de tres maneras distintas y lo aparto, no juega con mis reglas. ¿Como puede no significar nada una acción?...me queda en la boca, ya volví a mis 6 sujetos.
Es indudable que reciben, tengo evidencia. Los veo leer, escuchar, caminar...veo sus fotos y pasaportes, escucho sus historias. Nada de eso se transforma en reacción, honestamente piensan que la respuesta debe ser pasiva. Son mudos como el que no conoció ningún lenguaje, sordos como el que no imaginó que exista jamás el sonido. Mientras pregunto les miro las manos, los zapatos, los ojos, la boca. Ahí sí que dominan los matices, la elegancia y la ironía. Todavía no entienden si los estoy retando o si es otro ataque de definición; sigo, con la esperanza...
Salgo a una calle llena de sol con un graffiti: Mariana, no te amo más escrito con perfecta ortografía en una esquina de Floresta. Gracias. Increíble y transparente ser humano el que colabora con la experiencia de otros. Mariana agradece también, mientras se llora el páncreas por la nariz. Agradece y camina. ¿Por qué no decir?
Enfrente a un kiosco, ¿acaso no elige golosina?
Enfrente a un bastidor, ¿no decide un color, un pincel, una forma?
Enfrente a un escenario, ¿no elige aplaudir o gritar o chiflar o no o cuánto o cómo?
Si el arte se anima a subirse al escenario debajo de esa luz incorruptible, anímese (o salga del cuarto) a devolver el coraje en igual dosis. Dignifique al ñato con la cara pintada: levántese y busque la salida.
Escucho a una mujer todas las semanas usar el termino masturbatorio como algo perjudicial. Nunca me opuse. Creo que tiene que ver con esto: el arte es para otros.
Uno mismo es siempre otro. Pero un solo otro es rara vez suficiente.
Otra mujer me dijo que la obra, una vez entregada al público deja de pertenecernos. Hace años tengo la frase en el bolsillo, ahora la meto en la misma caja: cuando termino una obra no puedo verla como otra cosa que como público. Para esa obra firmada, soy otro.
Así que haga mano su cabeza; critique, desafíe, interprete, aplauda, váyase ofendido.
Para algo nos seguimos subiendo al escenario.
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