7. Todas las cosas son dos cosas.
La canción más triste del mundo es dos canciones.
Puede ser ninguna.
El peor de tus amigos es el mejor. O es ninguno.
Supóngase ante una obra de las siguientes características: un rectángulo pintado de blanco, pincelada invisible, óleo sobre lienzo, 60cmx70cm, colgado en el MALBA, apellido reconocido. Usted busca el cartelito, se informa: esta obra revolucionó como pocas la visión del arte a principios de los 60s. 12 hombres dispersos por Europa se arrojan de las terrazas más altas que encuentran tratando de hacerle justicia, un niño ruso nace con una reproducción exacta en el ojo izquierdo, la crítica comienza a juntarse en las plazoletas del mundo entero a golpearse con libros de estética, atrevidos los diferentes.
Usted ahora mira la obra: sigue siendo un rectángulo blanco. Pero cómo no ver las agallas que impulsaron al hombre detrás de este óleo, cómo evitar reconstruir los procesos mentales que llevaron a un ñato a contradecir lo que sus padres arduamente le inculcaron en la cabeza durante 28 años, por qué tachar la historia. Este cuadro es una pieza única, inigualable; nunca el arte, hasta el 20 de julio de 1961, conoció alma más pura.
Pero, ¿y si no?
Usted lee, se informa. Usted ahora, revolución y todo, mira la obra. Una porquería. Yo puedo hacer esto, cualquiera puede hacer esto. Si esto es arte mi abuela eructa misas enteras todos los fines de semana. Un cuadrado blanco, por favor.
Usted es dos, no lo quiera negar, es claro para todos.
¿Por qué todo lo demás va a ser uno?
Ese cuadro es una revolución y un cambio atrevidísimo y solitario de paradigma en una época en la que ni Warhol se despeinaba.
Ese cuadro es una simple y arrogante nada.
Aquí: una moneda, un plano, una idea;
nada puede ser una sola cosa.
Entonces mire el negativo que también es parte de la foto.