9. La que suena última, suena mejor.
Supóngase a usted mismo con su ropa más elegante en medio de una clase de Literatura. El tema de hoy es La Post-Modernidad y sus extraordinarias cualidades.
El profesor, ansioso de capturar el interés de 13 jóvenes en cuadrillé, coloca un VHS en una Philco que se las viene aguantando sin control remoto. “Pulp Fiction”.
La mira, la rodea, la trabaja, la disfruta. Escribe un informe poco satisfactorio, aprueba la materia y regresa a su hogar en pantuflas y sillón usado. Es ahí cuando prende la televisión, busca Los Simpsons y descansa.
El capítulo que le tocó por quincuagésima vez es “22 películas cortas sobre Springfield”, aquél que empieza con Ketchup y Mostaza y termina con una moto voladora. Usted empieza a recordar a John Travolta saliendo del baño y ríe como un colegial al saberse adecuadamente preparado para disfrutar de esta pieza liviana de comedia de situación.
¿Estaba usted dispuesto a disfrutar de este capítulo antes de ver Pulp Fiction? Por supuesto.
¿Acaso logró entender más del capítulo después de conocer a Zed? Por supuesto. Otra vez, como casi todo, los 27 blancos. Ahora que usted atravesó aquéllos tiempos violentos es que puede ver más de Los Simpsons.

Pero ahora es domingo y usted, un adulto esta vez en pijama escuchando un disco nuevo a sus oídos. Este disco, como todos los que va a escuchar en su vida, va a colaborar en mayor o menor medida a la escucha de la música del futuro.
Y la música del futuro, a la escucha del futurísimo disco.
Acá me puede discutir ése del fondo, ése que se rasca y me descree, que no es la misma regla para el homenaje y el homenajeado que para una canción y otra.
Ya ni le pido que colabore, le pido que piense lo siguiente: toda la música enseña música. Todo el cine enseña cine. Todo enseña. Todo amplía (repito con esperanza de que sea cierto).
Todos los discos, todas las canciones, todos los firuleos de ducha y los pajáros que le cantaron sus mañanas: todos lo están ayudando a escuchar de la mejor y más grandiosa manera su última canción.
Dicen que por ahí hay una terraza con un llamador de ángeles que sabe tocar ante cualquier oído atento, la última melodía que le toca escuchar. La última de las canciones. La última de sus canciones.
Es la última canción que escuchamos en nuestra vida la que se lleva los brillos: es ésa la que usted va a escuchar más oidoabierto que cualquier otra que haya escuchado nunca.
Eso sí, préstele atención que no hay bis.